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Cadenas de bloques y aplicaciones

Simples y baratas, así son las gafas que pueden triunfar tras el batacazo de Google

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Las Spectacles son tan sencillas que incluso alguien de la generación X puede usarlas. Y su precio es tan bajo que casi parece un juguete para adolescentes pero, ¿querrán pagar por ellas?

  • por Jamie Condliffe | traducido por Teresa Woods
  • 29 Septiembre, 2016

El deseo humano de registrar su vida es algo que las empresas tecnológicas llevan años intentando convertir en un producto de éxito. Con la comercialización de unas nuevas gafas inteligentes, la empresa responsable de Snapchat espera que la respuesta resida en la sencillez.

Algunos de los mayores defensores del movimiento de autorrastreo han dejado de insistir. Pero de los primeros que lo intentaron se dedicaron a grabarlo todo, desde el sueño y los pasos hasta el consumo de calorías y el estado de ánimo. Finalmente, descubrieron que el proceso era difícil y poco gratificante.

Google intentó aprovecharse del fenómeno con su proyecto Glass, y se esforzó mucho en hacerlo despegar. Anunciado primero en abril de 2013, el dispositivo empezó a comercializarse como parte del Programa Explorador por el elevado precio de más de 1.300 euros. Finalmente fue descartado como un producto comercial el año pasado y quedó relegado a aplicaciones de investigación y uso en entornos de trabajo.


Crédito: Snap.

Glass tuvo muchos problemas. Desde luego, su precio lo convirtió en un artículo de lujo. Los defensores de la privacidad se preocupaban constantemente sobre la posibilidad de que la gente grabara imágenes sin permiso. Incluso acuñaron el fabuloso término "Glasshole" (un juego de palabras que se traduciría como gilipollas con gafas). Pero tal vez el mayor fallo de Google fue el de intentar meter en una diminuta montura un pequeño ordenador, una pantalla, una cámara, un micrófono y  mucho más. Fue el proyecto fracasado de Google para intentar inventar el futuro.

Glass fue un ejercicio de contemplación especulativa del futuro. Pero las Spectacles de Snap representan un estudio del pragmatismo. Las nuevas gafas de sol, que tienen un estilo similar a las Ray-Ban, permiten al usuario grabar vídeo en primera persona al accionar un botón, para captar hasta 30 segundos de vídeo circular con un campo de visión de 115º. Los vídeos pueden ser transferidos a un smartphone mediante wifi o Bluetooth, para subirlos a Snapchat.

Y ya está. No tiene más.

Su sencillez, la propia decisión de no intentar abrir nuevas vías tecnológicas, podría acabar siendo lo que cimiente su lugar en el futuro. Tal vez su prestación más atractiva sea que tienen una finalidad clara y distinta: uno puede llevarlas, adquirir imágenes de vídeo en primera persona de lo que ha hecho y después rápidamente subir ese material a la web.

Pero las gafas también tienen un toque innovador: el vídeo circular. De un plumazo, ha resuelto (al menos para Snapchat) el irritante problema de los vídeos con una orientación equivocada cuando los usuarios sujetan sus móviles en horizontal.

A un precio de menos de 120 euros, las gafas también afectan menos al bolsillo. El CEO de Snap, Evan Spiegel, las calificó de "juguete" en la entrevista con el The Wall Street Journal. Y tiene razón. A ese precio, son más un producto para divertirse o regalárselo a un adolescente como premio. Al igual que cualquier juguete, se harán su propia publicidad si acaban por venderse bien. Mientras que los smartphones son dispositivos inherentemente privados, llevar un par de gafas de Snap alerta al mundo sobre lo que hace una persona, algo que podría atraer a las personas con ganas de llamar la atención.

Pero eso nos lleva a una de las principales preguntas a las que se enfrenta el dispositivo: ¿exactamente quién las comprará?

Su estilo es innegablemente joven, y resulta bastante fácil imaginar que un adolescente las querría. Pero este año, el vicepresidente de Contenidos de Snapchat, Nick Bell, señaló que dos terceras partes de sus usuarios tienen más de 18 años, y el 50% de los nuevos usuarios diarios tienen más de 25 años. Esa gente resulta más atractiva para los anunciantes porque, a diferencia de los adolescentes, suelen tener su propio dinero. Pero no está claro si Spectacles será el producto adecuado para impulsar esa adopción.

También está la peliaguda cuestión de la privacidad. Glass sufrió un aluvión de críticas permitir intromisiones, y Snap sin duda intentará evitar sufrir el mismo destino. Al menos está claro que ha considerado el problema: las gafas se iluminan cuando graban, algo que podría ayudar. Un poco. Pero esa prestación seguramente será hackeada en cuestión de días.

Algo que podría actuar a favor de Snap es el volumen. Mientras que Glass podía atraer a un grupo reducido de techies de Silicon Valley (EEUU), las ciudades repletas de millenials con unas Spectacles puestas podrían normalizar la grabación pública de vídeos.

No es que vaya a suceder de la noche a la mañana. Spiegel explicó a The Wall Street Journal que la empresa "adoptará un enfoque lento para su despliegue" para poder ir "averiguando si encaja en las vidas de la gente y comprobar si gusta". En caso afirmativo, Spectacles podría ayudar a Snap a convertir una idea que siempre se ha mostrado poco exitosa en algo que permita a la gente documentar sus vidas con facilidad.

Podría, tal vez, volver a poner de moda el autorrastreo.

(Para saber más: Wall Street Journal, Google Glass ha muerto, larga vida a las gafas inteligentes, Los médicos que usan Google Glass ahorran tres horas cada día,”El 'Show de Truman' para registrar cada detalle de la vida ha resultado inútil)

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