El director de la revista, Jason Pontin, analiza los rasgos que convierten a su selección de compañías en las más disruptivas
Las 50 compañías en nuestra lista anual de empresas "más inteligentes" del mundo crean tecnologías disruptivas. Un término que muchos tecnólogos utilizan mal, y que por lo general sólo significa "nueva y buena". Para ser utilizado con precisión, debe ser empleado con la intención con la que el profesor de la Escuela de Negocios de Harvard (EEUU), Clayton Christensen, lo acuñó: para transmitir la idea de que ciertas innovaciones tienen "atributos" que crean nuevos mercados (inicialmente de gama baja) y desplazan a las empresas existentes.
Las 50 empresas están clasificadas más o menos arbitrariamente. Sin embargo, tres empresas, Illumina, Tesla, y Google, lideran la lista de forma justificada gracias al grado de disrupción de sus tecnologías y la inteligencia con la que han construído sus negocios.
Illumina, la más inteligente de todas, nos ha cautivado. La compañía aprovecha el mecanismo de copia fundamental de ADN con el fin de leer la secuencia de un genoma humano. (El proceso se denomina secuenciación por síntesis: bases etiquetadas mediante fluorescencia que se añaden a hebras individuales de ADN de una muestra y después se leen de forma masiva y multiplexada). A partir de una tecnología que inventó o adquirió de Solexa, Illumina ha provocado un aumento asombroso del ritmo de secuenciación y un descenso igual de asombroso del coste de su coste (cinco veces más rápido que la Ley de Moore). Las máquinas de Illumina son preciosas a la vista: tan elegantes que no tienen ni un solo botón y tan potentes que pueden generar un genoma por 1.000 dólares (730 euros). (Por el contrario, el Proyecto del Genoma Humano costó 3,000 millones de dólares, o 2.187 millones de euros, y en 2006 secuenciar un genoma humano costaba 10 millones de dólares, o 7,3 millones de euros).
La tecnología de Illumina es realmente disruptiva. En los países más ricos, se descodificarán los genomas de todo el mundo. El impacto producirá nuevas categorías de medicamentos, una mejor adecuación de los procesos terapéuticos a los pacientes que más se vayan a beneficiar de ellos, así como información sorprendente sobre lo que nos hace humanos.
En esta sección hablaremos de otras dos tecnologías disruptivas: Google Glass (ver "Las luces y sombras de Google Glass", por Simson Garfinkel) y Bitcoin (que no es propiedad de ninguna empresa: ver "El valor real de Bitcoin", por Paul Ford). Glass, según escribe Garfinkel, "transforma fundamentalmente... las interacciones entre humanos y ordenadores, haciéndolas más íntimas". Ford señala: "Hoy día, hay miles de personas leales a la ideología y las oportunidades que Bitcoin representa". Se imaginan un mundo donde las economías sean menos dependientes de los bancos y los gobiernos, y están utilizando Bitcoin, a veces de formas disruptivas".
Pero las tecnologías de Illumina, Glass y Bitcoin no sólo son disruptivas (en el sentido de que nuevos mercados para productos nuevos desplacen a mercados y productos de más edad, así como a todos los hábitos humanos asociados a ellos). El desarrollador y bloguero Dave Winer recientemente escribió: "Cada producto [con éxito] es a la vez disruptivo y constructivo. Tiene un efecto disruptivo en el negocio de alguien, y añade arte nuevo". Debe de estar en lo cierto, puesto que las nuevas tecnologías no se adoptarían si fueran meramente destructivas. Los productos de éxito siempre ofrecen algo a los clientes (o a algún poderoso componente de la sociedad) que va más allá de los costes de su adopción.
Al profesor de la Universidad de Nueva York (EEUU), Clay Shirky, le gusta afirmar que "no es una revolución si nadie sale perdiendo". Con un poco de especulación en plan ciencia ficción, uno se puede imaginar las consecuencias negativas de la secuenciación del genoma, de Glass y Bitcoin, y pueden hacerse conjeturas sobre quién saldría peor parado si se adoptaran ampliamente. (En pocas palabras: las comunidades con defectos genéticos, que podrían enfrentarse a discriminación o ser editadas para dejar de existir, aquellos a los que nos preocupa la privacidad, y cualquier persona que se haya beneficiado alguna vez de la política monetaria). Por otro lado, es verdad que la revolución no existe si nadie se beneficia. Por cada cosa que realza, la tecnología también derriba otras.