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Cambio Climático

La industria nuclear de EEUU sufre una guerra entre reguladores y empresas

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Los emprendedores piden más facilidades para obtener nuevas licencias mientras que miran a China para continuar sus negocios

  • por Richard Martin | traducido por Teresa Woods
  • 15 Octubre, 2015

Foto: La expresidenta de la Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos, Allison Macfarlane: La energía nuclear es "una bestia distinta".

La Comisión Reguladora Nuclear de Estados Unidos (NRC, por sus siglas en inglés) sólo ha concedido una licencia para una nueva planta nuclear durante los últimos 35 años. Sin embargo, ya existen casi 50 empresas entre Estados Unidos y Canadá que están investigando y desarrollando avanzadas tecnologías nucleares según Third Way, una organización de investigación radicada en Washington, D.C. (EEUU) que se centra en la energía, el cambio climático y la seguridad nacional. Estas empresas están respaldadas por más de 1.300 millones de dólares (unos 1.139 millones de euros) en capital privado procedente de inversores como Bill Gates y algunos de los principales fondos de capital riesgo (ver Empiezan las pruebas del que podría ser el reactor nuclear del futuro y El reactor avanzado, más cerca de hacerse realidad).

Varias de esas empresas acudieron al campus del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, EEUU) la semana pasada para participar en un taller llamado Construyendo un nuevo diseño nuclear escalable y seguro durante la conferencia Solve. Entre las empresas representadas estaban Transatomic Power, TerraPower, Moltex Energy, Tri-Alpha Energy y Terrestrial Energy.

Muchos de estos nuevos entrantes ven el largo y costoso proceso de licencias de la NRC como una barrera para la innovación. Puede llevar una década o más, y cientos de millones de dólares, sólo conseguir una licencia para un prototipo de reactor de la NRC.

Esto, según Allison Macfarlane, la presidenta de la NRC entre 2012 y 2015 y actualmente la directora del Centro para la Ciencia Internacional y las Políticas Tecnológicas de la Universidad de George Washington (EEUU), es como debe de ser. Los largos plazos, las preocupaciones por la seguridad y el alto coste de capital de la construcción de plantas nucleares requieren un proceso regulatorio minucioso, concienzudo y caro. "[La energía] nuclear es una bestia distinta", dijo Macfarlane en Solve.

Eso no les sienta bien a los nuevos emprendedores nucleares, muchos de los cuales ya han gastado millones de los dólares de los inversores en el diseño y desarrollo de máquinas que creen que podrían transformar el sector energético – si es que consiguen licenciarlas y probarlas alguna vez.

"Lo que necesitamos es una alternativa al régimen actual de licencias", dice Andrew Kadak, un investigador científico del departamento de Ciencias Nucleares e Ingeniería del MIT y expresidente de la Sociedad Nuclear de Estados Unidos.

Los responsables de los reactores nucleares avanzados están de acuerdo en líneas generales acerca de lo que se necesita para avanzar la tecnología en Estados Unidos: una optimización del proceso de licencias de la NRC; un enfoque de "probar-y-licenciar", similar al proceso de aprobación de nuevos fármacos por parte de la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés); una involucración más activa por parte del Departamento de Energía de Estados Unidos en la aceleración de las investigaciones y el desarrollo de estas tecnologías; y la creación de unas instalaciones nacionales de pruebas donde los prototipos de reactores avanzados puedan ser construidos y evaluados.

La NRC, que anda escasa de personal, ha iniciado un programa de reforma, pero desgraciadamente no es el tipo de reforma que busca la comunidad de reactores avanzados. En lugar de fortalecer la capacidad de la agencia para evaluar nuevos diseños y ayudar a acelerar la innovación, los planes actuales – respaldados por James Inhofe, el senador republicano de Oklahoma que lidera el comité que supervisa la comisión y que ha realizado varias declaraciones desestimando el cambio climático como un engaño – reclaman que la NRC tenga "un tamaño adecuado", en otras palabras un tamaño menor. A pesar de los amplios y bien financiados esfuerzos en Estados Unidos por llevar los reactores avanzados al mercado, una presentación de la NRC en febrero sobre el Proyecto Objetivo 2020, el plan estratégico interno de la agencia, prevé que el número de nuevos reactores que solicitan licencias habrá "bajado significativamente" para 2020.

El efecto neto de la esclerosis regulatoria de Estados Unidos es empujar las empresas hacia el extranjero. TerraPower, la start-up financiada en parte por Nathan Myhrvold y Bill Gates que está centrada en una novedosa máquina conocida como un reactor de ondas progresivas, firmó un acuerdo en septiembre con la empresa China National Nuclear Corporation para construir un prototipo en China. Otras start-ups de Estados Unidos han indicado su intención de encontrar países más abiertos a la energía nuclear en los que probar su tecnología. Incluso el Departamento de Energía (DOE, por sus siglas en inglés), mediante el Laboratorio Nacional de Oak Ridge, está colaborando con el Instituto de Física Aplicada de Shanghái (China) para construir un prototipo de un reactor de sal fundida.  

"Nuestra opción preferida sería desplegar esta tecnología a tiempo para tener un impacto positivo sobre el cambio climático", dice la CFO de TerraPower, Marcia Burkey. "China representa un buen mercado para nosotros porque es un mercado muy activo de energía nuclear ahora mismo".

Macfarlane sigue impasiva. "El problema no es la NRC", dijo en la conferencia. "Es la economía de la energía nuclear".

No le falta razón. Mientras el precio de la energía procedente de las plantas de gas natural siga en mínimos históricos, resultará difícil que se construya cualquier tipo de nuevo reactor nuclear. Aun así, el mensaje de los científicos, ejecutivos e inversores que apoyan la labor de I+D de la energía nuclear está claro: al menos dennos una oportunidad.

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