Menos del 50% de la población en los países en desarrollo sigue los tratamientos a largo plazo
Uno de los investigadores biomédicos más importantes del mundo está pidiendo un esfuerzo conjunto por parte de la comunidad científica para desarrollar píldoras que se queden en el estómago o el intestino durante semanas o meses una vez ingeridas, liberando uno o más medicamentos de forma continua o en intervalos establecidos.
Estas "súper píldoras" simplificarían muchísimo el tratamiento de enfermedades como la malaria. Podrían hacer frente a una gran preocupación dentro de la medicina, asegura el profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, EEUU), Robert Langer: el hecho de que muchas personas no se toman todos los medicamentos, especialmente cuando siguen un tratamiento a largo plazo.
En una columna invitada en la edición de esta semana de Nature, él y su colega gastroenterólogo e investigador en el MIT, Giovanni Traverso, señalan que no seguir los tratamientos con fármacos produce cerca de 100.000 millones de dólares (91.000 millones de euros) al año en hospitalizaciones que podrían evitarse. En los países pobres, las tasas de cumplimiento de los tratamientos pueden ser incluso menores. "Tenemos muchos fármacos buenísimos, pero en realidad menos del 50% de la gente se los toma", asegura Traverso.
Crear una sola píldora que pudiera reemplazar los complejos regímenes de dosificación podría ser especialmente importante para enfermedades como la malaria, que suele requerir múltiples medicamentos durante largos períodos. Si no se sigue el tratamiento adecuado se puede propagar la resistencia a los fármacos, y la enfermedad se hace más difícil de erradicar. Traverso afirma que la tecnología también podría "revolucionar el estándar de atención médica" de los pacientes psiquiátricos y aquellos con Alzheimer y otras formas de demencia, que tienen dificultad para acordarse de tomar su medicamento.
Los investigadores llevan desarrollando medicamentos de liberación prolongada durante décadas y ya hay algunos en el mercado, como los implantes anticonceptivos. Pero los medicamentos de liberación prolongada existentes que pueden tomarse por vía oral, la forma preferida y más sencilla, liberan medicamentos durante horas, no en semanas o meses.
Durante 30 años los investigadores han estado probando el uso de bioadhesivos especiales que puedan pegarse a las paredes del tracto gastrointestinal, "pero el éxito clínico ha sido mínimo", afirma Langer. "Estamos trabajando en algunos nuevos enfoques que con suerte podrían cambiar la situación". Langer y Traverso no quieren hablar mucho sobre su nueva tecnología hasta que tengan la protección de la patente. Están centrándose en súper píldoras contra la malaria, financiados por la Fundación Bill y Melinda Gates. Traverso asegura que "la investigación de materiales está lista para el desarrollo de este tipo de sistemas".
La clave será desarrollar materiales que puedan soportar el duro ambiente del tracto gastrointestinal, cuya función es descomponer la ingesta y hacer que salga, en vez de que se quede ahí durante meses. Algo también muy importante son las preocupaciones en cuanto a seguridad, ya que si por accidente se liberan varios meses de medicación podría ser mortal. También debe haber mecanismos para eliminar la píldora o desactivarla si los pacientes tienen reacciones adversas.
No obstante, merece la pena centrarse en el tracto gastrointestinal porque tragar píldoras es mucho más sencillo que otros mecanismos de dosificación. Y aunque colocar implantes en otras partes del cuerpo puede provocar reacciones inmunes, el intestino tolera los materiales extraños con mucha más facilidad. "Si te comes un apio no pasa nada. Pero si te implantas un trozo de apio, te puedo asegurar que tendrás una reacción ante ese cuerpo extraño", afirma Traverso.
Además de usar adhesivos para mantener las pastillas en el tracto gastrointestinal, entre las otras opciones está el diseño de píldoras que se expandan como una malla una vez que lleguen al estómago, evitando que salgan pero permitiendo que los alimentos pasen a través de ella. Otra posibilidad que se está investigando es crear pequeñas esferas que produzcan dióxido de carbono en el ambiente ácido del estómago. Esto hace que se inflen y floten, quedándose en el mismo sitio siempre y cuando haya líquido en el estómago. Por otro lado, ya hay muchos materiales existentes capaces de deteriorarse poco a poco y liberar fármacos, o permitir que se filtren lentamente a través de poros. También es posible diseñar micromáquinas que liberen pulsos de medicamento a intervalos controlados por microchips.
Una de las preocupaciones de seguridad es que un dispositivo diseñado para usarse, por ejemplo, en el estómago podría fracasar y acabar bloqueando el intestino. Esto podría solucionarse creando materiales que se desmoronen a medida que se encuentren en el ambiente intestinal, que es muy diferente al del estómago. También podría ser posible comunicarse de forma inalámbrica con dispositivos electrónicos incorporados en una píldora y desactivarla.
Traverso afirma que el trabajo aún está en una fase "muy inicial". "Es un reto enorme", afirma, "pero también supone una oportunidad emocionante".