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Biotecnología

La 'start-up' que cobra por inyectar sangre joven antiedad sin aval científico

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Ambrosia cobra 7.500 euros a los voluntarios por inyectarles sangre de gente joven, pero no hay un grupo control para analizar los resultados del tratamiento. Algunos expertos lo consideran un timo

  • por Amy Maxmen | traducido por Teresa Woods
  • 24 Enero, 2017


Crédito: Gizem.

A poca distancia de una serpenteante carretera que recorre la costa pacífica en Monterrey (EEUU) hay una clínica privada donde la gente puede pagar unos 7.513 euros para llenar sus venas con plasma sanguíneo de adolescentes y adultos jóvenes.

Jesse Karmazin es el emprendedor que permitó esta práctica cuando lanzó un ensayo clínico sobre el potencial de la "sangre joven" en su start-up Ambrosia. Afirma que en cuestión de un mes, la mayoría de los participantes "observan mejoras" tras recibir una infusión única de una bolsa de dos litros de plasma, que es sangre de la que las células sanguíneas han sido extraídas.

Varios científicos y médicos afirman que el ensayo de Karmazin está tan mal diseñado que es imposible que pueda dar alguna prueba de los efectos de las transfusiones. Y algunos dicen que el estudio, que es de pago para los participantes y tiene el potencial de recaudar unos 4,5 millones de euros de hasta 600 participantes, no es más que un timo.

Lo que es seguro es que está basado en una ciencia que aunque resulta intrigante, no es concluyente. Karmazin, un graduado de la Universidad de Princeton (EEUU) de 32 años y un remero de competición, dice que se inspiró en estudios en ratones que los investigadores habían unido quirúrjicamente, con sus venas conectadas, en un procedimiento llamado parabiosis. 

Durante la última década más o menos, tales estudios han dado provocadoras pistas de que sugieren que ciertas características del envejecimiento pueden ser revertidas o aceleradas cuando los ratones viejos reciben sangre de ratones jóvenes. Pero estos estudios han llegado a conclusiones contradictorias. Un influyente trabajo publicado en la revista Cell en 2013 demostró que un componente determinado de la sangre joven, el GDF11, aumenta la fuerza muscular, por ejemplo, pero otros investigadores no han podido replicar ese hallazgo.

Además, los experimentos de parabiosis ofrecen pocos datos sobre cómo afectarán a la gente las transfusiones únicas de Ambrosia. La profesora de biología regenerativa de la Universidad de Harvard (EEUU) y una de los autores del informe de Cell, señala:  "En nuestro estudio, la circulación entre el ratón viejo y el ratón joven se mantuvo durante casi cuatro semanas"

Estudio de Alzheimer

Pero a pesar de todas las dudas, el potencial de la sangre joven para tratar enfermedades está siendo explorado en varios ensayos clínicos. Uno, patrocinado por la Universidad de California en San Francisco (EEUU), está examinando los efectos de las transfusiones en pacientes con un trastorno degenerativo llamado parálisis supranuclear progresiva. Otro estudio en curso en China investiga si el plasma joven alivia los déficits neurológicos causados por un derrame cerebral agudo.

En 2014, el neurocientífico de la Universidad de Stanford (EEUU) Tony Wyss-Coray demostró que los ratones viejos tenían un mayor crecimiento de neuronas y habían mejorado la memoria tras unas 10 infusiones de sangre de ratones jóvenes. Y con esos resultados en la mano decidió lanzar una empresa pequeña, Alkahest, en Menlo Park, California, para probar transfusiones de gente joven para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer.

El estudio clínico de Alkahest es más convencional que el de Ambrosia: no cobra a los participantes, sólo espera alistar a unos 18 voluntarios e inicialmente está estudiando el nivel de tolerancia de las personas de tercera edad pequeñas dosis de plasma. Wyss-Coray dice que la financiación inicial para la empresa fue proporcionada por un multimillonario de Hong Kong (China) que cree que una transfusión de plasma había ayudado a su abuelo a combatir el alzhéimer. En marzo de 2015, la empresa de plasma Grifols invirtió unos 35 millones de euros en la start-up.

Al igual que otros investigadores y expertos en bioética, a Wyss Coray le preocupa el hecho de que el ensayo de Ambrosia lo financien los participantes en lugar de inversores. "La gente quiere creer que la sangre joven restaura la juventud, aunque no haya pruebas de que funcione en humanos ni se entienda el mecanismo de cómo los ratones parecen más jóvenes", explica Wyss-Coray, y añade:"Creo que la gente se siente atraída por [estos enfoques] las historias de vampiros". Menciona una historia húngara de una mujer rica que se bañaba en la sangre de vírgenes para retener su juventud.

Riesgo innecesario

Karmazin no comparte esas dudas en absoluto. El responsable afirma: "Creo que los datos animales y retrospectivos son convincentes, y quiero que este tratamiento esté disponible a la gente". Nombró su start-up Ambrosia por la comida de los dioses inmortales de la mitología griega.

Con un título de medicina pero sin licencia para practicarla, Karmazin está realizando el ensayo con David C. Wright, un médico de 66 años con un centro privado de terapias intravenosas en Monterrey. Wright ofrece inyecciones "alternativas" de antibióticos, vitaminas y otros tratamientos; son populares entre la gente joven que padece de trastornos con síntomas nebulosos, como el síndrome de fatiga crónica o la enfermedad "crónica" de Lyme. En enero de 2015, fue sancionado por la Junta Médica de California por administrar inyecciones de antibiótico a un paciente que no las necesitaba que acabó en la sala de urgencias. Wright no respondió a las llamadas de MIT Technology Review. 

A fecha del 15 de diciembre, según Karmazin, Wright había puesto infusiones de sangre joven a 25 personas. Karmazin afirma que sus participantes están observando resultados milagrosos; un paciente con síndrome de fatiga crónica, por ejemplo, "se siente sano por primera vez" y "tiene un aspecto más joven". Tales anécdotas podrían ayudar a publicitar el estudio, pero no representan pruebas de que las infusiones de plasma funcionen, y los pacientes en perspectiva no deberían creérselos.

"Existen muchos ensayos financiados por pacientes y ejecutados por empresas que los utilizan para vender productos que no serían comercializables porque tendrían que ser regulados por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos", señala el experto en bioética de la Universidad McGill en Montreal (Canadá) Jonathan Kimmelman. 

El objetivo formal del estudio de Ambrosia es medir el efecto del plasma joven en alrededor de 100 biomarcadores. La sangre de todos los participantes es analizada antes de la inyección, y un mes después, en busca de biomarcadores que incluyen de todo, desde hemoglobinas hasta leptina. Pero la profesora de la Universidad de California en Berkeley (EEUU) Irina Conboy cree que los resultados de biomarcadores carecerán de significado: para empezar, el estudio no incluye un grupo de control con pacientes que no reciban el plasma.

Los biomarcadores sanguíneos, explica, cambian por muchos motivos. "Si comes algo, la leptina cambia", dice. También desconfía del estudio de Alkhest con pacientes de alzhéimer. El año pasado, descubrió que los ratones más viejos cuya sangre fue reemplazada parcialmente con sangre más joven observaron pocos beneficios. "Ambos estudios sufren el mismo problema, y es que no existen pruebas que sugieran que una inyección de plasma de animales jóvenes a otros viejos revierta el envejecimiento", dice. Pero la experta asegura que a pesar de ello, mucha gente está dispuesta a someterse a remedios antienvejecimiento cuestionables. Conboy cuenta: "Las ves en algunas reuniones, es gente del público que abre bolsas de comida extraña. Ese es el grupo del que se está aprovechando Ambrosia". 

Ambrosia dice que aceptará a casi cualquiera por encima de la edad de 35 años, y las tarifas de 7.500 euros podrían acumularse. Pero Karmazin niega estar buscando beneficios. Dice que se necesita de ese dinero para cubrir los costes de los procedimientos clínicos, pruebas de laboratorio y el plasma. Los precios públicamente disponibles sugieren que dos litros de plasma podrían costar cerca de 1.000 euros, y un análisis de biomarcadores podría añadir otros 2.800 euros, más o menos. Añade que ya que los pacientes pagan por participar, no sería justo que ninguno de ellos recibiera un placebo.

El riesgo es la pregunta por excelencia cuando se trata de la ética del ensayo de Ambrosia. Aunque las transfusiones de sangre se consideran seguras para la gente que las necesite para sobrevivir, los efectos secundarios pueden incluir urticarias, lesiones pulmonares o incluso infecciones mortales. El director de la división de inmunoterapias del Centro Médico del Pacífico de California en San Francisco, Dobri Kiprov, afirma haber conocido a varias personas que expresan su interés por el ensayo de Ambrosia. Él les intenta disuadir. "Exponer a la gente a peligros innecesariamente es realmente horrible", concluye.

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