Un investigador que trabajaba en la técnica en el centro afirma que la institución mintió a la oficina de patentes mientras la organización le acusa de tener interés por renovar su visado
Un científico que trabajó para el Instituto Broad, de titularidad compartida entre la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT; ambos en EEUU), asegura que el centro mintió al decir que ha inventado la tecnología de edición genética CRISPR. Y añade que la organización engañó a la oficina de patentes.
El antiguo alumno de postgrado, Shuailiang Lin, hizo estas acusaciones en un correo electrónico enviado a la profesora de la Universidad de California en Berkeley (EEUU) Jennifer Doudna, la principal rival del Instituto Broad en la lucha por los derechos científicos y comerciales de CRISPR.
En el mensaje, enviado el 28 de febrero de 2015, Lin calificó las afirmaciones del Instituto Broad de "broma". El estudiante afirmaba: "[Son] injustas para mí y para la historia de la ciencia". Y añadió: "Intentaré defender la verdad".
El explosivo correo electrónico ya forma parte del aluvión de informes legales hechos públicos por la Oficina de Patentes de Estados Unidos como parte de la disputa entre el Instituto Broad y la Universidad de California por controlar la propiedad intelectual de CRISPR, una potente manera de alterar el ADN dentro de células vivas que ya vale miles de millones de euros.
Doudna y sus colaboradores europeos publicaron un trabajo clave sobre el sistema en 2012, pero el Instituto Broad fue capaz de obtener más de una docena de patentes al informar a la oficina de patentes de que uno de sus investigadores, Feng Zhang, había desarrollado invenciones clave sin bombo y platillo varios meses antes.
La versión de Lin resulta impactante no sólo porque trabajaba en el laboratorio de Zhang en ese momento, sino también porque su nombre figura como uno de los inventores en la primera solicitud de patente del Instituto Broad, con fecha de diciembre de 2012.
El correo electrónico formó parte de una solicitud de empleo dirigida a Doudna. En ella, Lin, de origen chino, parecía estar dispuesto a ofrecer datos de primera mano y su apoyo a cambio de un empleo. Su correo afirmaba: "Estoy dispuesto a proporcionar más detalles y pruebas si le interesa o a cualquiera que esté interesado en esclarecer la verdad".
Lin afirma que a finales de 2011 era el único miembro del laboratorio que trabajaba en CRISPR y que entonces no fue capaz de lograr que la tecnología funcionara. Asegura que puede confirmar este hecho con cuadernos de laboratorio, correos electrónicos y resultados que "grabaron cada paso del fracaso del laboratorio".
Doudna le contestó: "Creo que una tecnología revolucionaria como esta... no debería patentarse mal. No lo resolvimos antes de leer su trabajo, realmente es una lástima. Pero creo que debemos ser responsables de la verdad. Así es la ciencia".
Lin actualmente trabaja como investigador postdoctoral de la Universidad de California en San Francisco (EEUU). No respondió a nuestros intentos repetidos de contactar con él por teléfono y correo electrónico.
CRISPR ya ha atraído a millones de euros en inversiones realizadas por agencias gubernamentales, mediante ofertas públicas de acciones y alianzas con los fabricantes de plantas de biotecnología y fármacos para consumo humano. También ha generado beneficios multimillonarios de acciones para algunos científicos claves, incluidos Doudna y Zhang.
El correo electrónico fue entregado a la Oficina de Patentes de Estados Unidos por abogados de la Universidad de California en Berkeley, aunque solo es uno entre las docenas de documentos presentados de cara al juicio administrativo que determinará a quién le corresponden los derechos de patente. Esta pregunta crucial consiste en exactamente quién realizó las invenciones clave y cuándo.
La mayoría de los investigadores directamente involucrados guardan silencio o han firmado declaraciones juradas que apoyan las versiones de sus instituciones. De hecho, en mayo de 2014 Lin también firmó una declaración así en conexión con una de las solicitudes de patente del Instituto Broad. Podría considerarse que esa declaración, que conllevará una pena legal en caso de demostrarse falsa, contradice las afirmaciones que hizo a Doudna un año después.
En varios informes legales del Instituto Broad, que abarcan una docena de patentes pendientes de resolución, el nombre de Lin está en gran parte ausente o se le describe como un actor poco importante con una autonomía limitada, sujeta al "control intelectual" del director científico del laboratorio, Zhang, y no necesariamente al tanto de otras actividades de laboratorio.
Lin trabajó en el laboratorio de Zhang durante nueve meses a partir de octubre de 2011, el período crítico durante el cual el Instituto Broad afirma que dominó la edición genética CRISPR en células humanas. Después aceptó un puesto en el laboratorio del biólogo de la Universidad de Harvard Norbert Perrimon.
En una entrevista, Perrimon dijo que Lin era un científico productivo y que no había observado nada raro en su comportamiento. El biólogo afirmó: "Nunca tuve ningún problema con él. Creo que se tendrá que estudiar esta declaración con detenimiento".
Otros investigadores del Instituto Broad no se muestran dispuestos a hablar a cerca de lo que ocurrió en el laboratorio. Neville Sanjana, un biólogo que ahora ocupa un puesto del profesorado del Centro Genómico de Nueva York (EEUU), compartió un laboratorio con Lin durante el período crítico y supervisó parte de su trabajo. Sanjana rehusó hacer comentarios respecto a las declaraciones de Lin ni sobre su carácter y refirió las preguntas al Instituto Broad.
El portavoz del Instituto Broad Lee McGuire puso en duda las motivaciones de Lin. Afirma que inmediatamente antes de enviarle el correo electrónico a Doudna había sido rechazado para un nuevo puesto en la institución. Asegura que Lin, cuyo puesto en el laboratorio de Perrimon llegaba a su fin, tenía prisa por renovar su visado, algo que pudo hacer tras conseguir un puesto en la Universidad de California en San Francisco (EEUU).
McGuire sentencia: "Ya hay abundantes pruebas que demuestran que las afirmaciones del alumno son falsas".
La lucha de patentes gira en torno a quién podrá controlar los derechos comerciales para editar las células humanas. La Universidad de California en Berkeley afirma que debería controlar esos derechos por un trabajo clave publicado en 2012 por Doudna y Emmanuel Charpentier, un investigador radicado en Europa, que demostró un sistema CRISPR simplificado capaz de cortar el ADN in vitro.
Los abogados de la Universidad de California en Berkeley afirman que otros científicos, incluidos los del Instituto Broad, se abalanzaron rápidamente sobre ese hallazgo para demostrar que también podría funcionar en células humanas. Su aplicación en ellas resultará más valiosa por las posibilidades de desarrollar nuevos tipos de tratamientos con terapias génicas.
En su correo electrónico a Doudna, Lin se mostró de acuerdo con la versión de los sucesos de la Universidad de California en Berkeley. "Después de ver su trabajo in vitro, Feng Zhang y Le Cong rápidamente se abalanzaron sobre el proyecto sin informarme", se quejó Lin. Cong es otro científico del laboratorio cuyos resultados resultan especialmente importantes para el caso del Instituto Broad.
Pero el Instituto Broad ya estaba estudiando CRISPR mucho antes del trabajo de Doudna. Lin no solo fue contratado para trabajar en esa tecnología en 2011, además, Zhang entregó una solicitud de subvención a los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos en enero de 2012 en el que pidió a la agencia financiación para un realizar un esfuerzo mayor para convertir CRISPR en una herramienta de edición genética.
A pesar de la fecha de publicación anterior de Doudna, el Instituto Broad consiguió sus patentes después de informar a la oficina de que su esfuerzo para editar células humanas había tenido éxito, aunque los detalles no fueron publicados hasta 2013.
Los documentos del procedimiento de interferencia demuestran que las posturas parecen estar bastante igualadas. El Instituto Broad ha presentado astutos argumentos científicos que abordan por qué la investigación in vitro de la Universidad de California en Berkeley nunca representó una invención realmente patentable. La Universidad de California en Berkeley, por su parte, sostiene que Zhang del Instituto Broad fue sólo uno de los científicos que se aprovecharon de su descubrimiento.
La batalla de patentes se está volviendo muy cara. Durante una llamada este mes, la CEO de Editas Medicine, una start-up cofundada por Zhang que licenció los patentes del Instituto Broad, Katrine Bosley, dijo que se sentía muy confiada en que las concesiones de patente serán ratificadas. En sus últimos informes corporativos, Editas Medicine informó de haberse gastado 10,9 millones de dólares (unos 9,7 millones de euros) este año en honorarios legales para defender sus patentes.