Un gen "egoísta" y capaz de extenderse entre los mosquitos podría eliminar la malaria, pero la comunidad científica está dividida sobre su uso
Los alumnos del criadero de insectos de Anthony James ubicado en el sótano de la Universidad de California–Irvine (EEUU) supieron que habían roto las leyes de la evolución cuando miraron a los mosquitos a los ojos. Por derecho, solo la mitad de los insectos nacidos de padres con ojos de color rojo fluorescente y madres con ojos normales, deberían haber salido con ojos rojos. Pero al contarlos, primero unos pocos y luego cientos de ellos, encontraron que el 99% tenían ojos incandescentes.
Más importante que el color de ojos es que los mosquitos de James llevan genes que impiden crecer al parásito de la malaria. Si estos insectos se llegasen a liberar, su "egoísta" carga genética se extendería inexorablemente por las poblaciones de mosquitos y potencialmente detendría la transmisión de la malaria.
La tecnología, llamada gene drive, fue construida utilizando una tecnología de edición genética conocida como CRISPR (ver Editas Medicine anuncia que probará CRISPR en humanos para tratar un tipo de ceguera) y de ella informan James, un especialista en la biología de los mosquitos, y media docena de compañeros en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Las organizaciones de salud pública llevan más de una década a la espera de un gene drive funcional como un método novedoso y revolucionario de combatir la malaria. Sin embargo, ahora que es una realidad, el trabajo suscita preguntas acerca de si la tecnología es lo suficientemente segura para ser liberada algún día al medio natural.
"Esto es un importante avance porque demuestra que los gene drives probablemente resultarán efectivos en mosquitos", afirma Kevin Esvelt, un investigador de gene drives del Instituto Wyss de la Universidad de Harvard (EEUU). "La tecnología ya no representa una limitación".
A partir del verano pasado, Esvelt y otros científicos empezaron a advertir de que los gene drives estaban a punto de dar el salto desde el plano teórico hasta la realidad (ver Científicos alertan sobre los riesgos de las nuevas técnicas de manipulación genética) y de que necesitaban más atención por parte de los reguladores y del público general. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos está estudiando la ciencia y la ética de la tecnología, y tiene planes de publicar unas recomendaciones el año que viene sobre la "conducta responsable" para científicos y empresas.
Los gene drives son solo el ejemplo más reciente de la fantástica potencia de la edición CRISPR para alterar el ADN de los seres vivos, que ya ha desencadenado el debate acerca de la posibilidad de que la edición genética se utilice para generar bebés humanos de diseño (ver Los bebés genéticamente perfectos serán posibles pero, ¿también legales?). Pero Henry Greely, un profesor de derecho y especialista en bioética de la Universidad de Stanford (EEUU), dice que las aplicaciones medioambientales son más preocupantes que un puñado de personas modificadas. "La posibilidad de rehacer la biosfera es enormemente significante, y está mucho más cerca de realizarse", asegura.
La malaria se presenta cuando una picadura de mosquito transmite el Plasmodium, un parásito unicelular. Se puede tratar, pero aun así cada año unas 670.000 personas mueren a causa de ella, la mayoría son niños pequeños del África subsahariana.
James dice que sus mosquitos son la culminación de décadas del trabajo obscuro y poco difundido de un par de especialistas en insectos en la construcción de una solución genética para la malaria. Se ha hecho posible por fin este año cuando unos científicos del laboratorio de Ethan Bier, un biólogo de moscas de la Universidad de California–San Diego (EEUU) y el coautor del trabajo, utilizaron CRISPR para perfeccionar un "motor" molecular capaz de permitir que los genes antimalaria se extendiesen.
Los mosquitos tienen dos adiciones genéticas importantes. Una consiste en unos genes que producen anticuerpos siempre que un mosquito hembra se alimente de sangre. Esos anticuerpos se adhieren a la superficie del parásito y frenan su desarrollo en seco. Pero normalmente un mosquito modificado solo traspasaría los genes a exactamente la mitad de su descendencia, puesto que existe una probabilidad del 50% de que cualquier trozo de ADN proceda de su pareja. Y puesto que los nuevos genes probablemente no ayuden demasiado al propio mosquito, rápidamente irían desapareciendo en estado silvestre.
Aquí es donde entra CRISPR. En un gene drive, se añaden componentes del sistema CRISPR de forma que cualquier gen editado recibe también la carga genética. En el laboratorio de James, prácticamente todos los mosquitos recibieron la adición genética, un resultado que Esvelt califica de "asombroso".
Lo que le preocupa a Esvelt es que, en su opinión, los investigadores de California no han empleado unas medidas de seguridad lo suficientemente estrictas. Dice que las puertas cerradas con llave y las jaulas selladas no bastan. Quiere que instalen una especie de "gene drive inverso" para que los cambios puedan deshacerse en caso de ser necesario. "Una fuga accidental sería un desastre con unas consecuencias potencialmente devastadoras para la fe del público en la ciencia y sobre todo en las intervenciones de gene drive", explica. "Ninguna intervención de gene drive debería ser liberada sin el apoyo popular".
James dice que el experimento fue seguro porque los mosquitos viven tras una serie de puertas de seguridad que se abren con tarjeta y porque no son nativos de California. Si se escapara alguno, no podría reproducirse.
De hecho, el propósito del gene drive es precisamente liberar el producto final al medio natural, un concepto que, en teoría, ha sido aceptado hace mucho tiempo por organizaciones de salud pública, incluida la Fundación Gates. Ahora que se han demostrado posibles, unos titulares alarmantes han comparado esta tecnología con "la próxima arma de destrucción masiva" y hasta han evocado el espectro del terrorismo de insectos, como los mosquitos que matan a gente mediante una toxina.
El terrorismo impulsado por modificación genética (gene drive) probablemente sea una necedad, al menos por ahora, porque incluso si fuesen posibles unas armas-insecto, resulta improbable que una organización terrorista invierta millones en un programa avanzado de ingeniería genética. "He pensado mucho en las cosas malas que se podrían hacer [con esta tecnología], y no hemos dado con nada que vaya a triunfar", dice Bier. "Hay tantas cosas malas que se pueden hacer que resultan más fáciles".
Por el contrario, Bier y James afirman estar convencidos de que los mosquitos modificados deberían ser liberados lo antes posible, algo que esperan hacer si consiguen encontrar una comunidad afectada por la malaria que lo consienta. "Imagínate que pudiéramos diseñar un mosquito que curara mágicamente el cáncer", sugiere Bier. "Pues el miedo de contraer malaria es el mismo miedo que tenemos de padecer un cáncer. En mi opinión, los beneficios superan los riesgos y deberíamos avanzar de la forma más agresiva posible".