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Biotecnología

Dentro de la fábrica del genoma de China

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Puede que muy pronto secuenciar un genoma humano completo cueste menos que un iPhone. ¿Decodificará BGI-Shenzhen el tuyo?

  • por Christina Larson | traducido por Lía Moya (Opinno)
  • 12 Marzo, 2013

A los 17 años, Zhao Bowen abandonó sus estudios en el instituto de secundaria más prestigioso de Pekín. Como muchos jóvenes inquietos de China, se dirigió hacia el sur, a Shenzhen, la capital de la producción, en busca de un trabajo. Sin embargo, como cerebrito científico, su destino no era una cadena de montaje; iba camino del centro de producción de datos ADN más grande del mundo. Ahora, unos años después, en una antigua fábrica de zapatos reconvertida en la sede de BGI-Shenzhen, el joven de 21 años dirige un proyecto para descifrar la estructura genética de unas 2.000 personas, más de 12 billones de bases de ADN en total.

BGI-Shenzhen, anteriormente conocido como el Instituto de Genómica de Pekín, ha pasado de ser relativamente desconocido a convertirse en el secuenciador de ADN humano, de plantas y de animales más prolífico del mundo. En 2010, con la ayuda de una línea de crédito de 1.580 millones de dólares (unos 1.210 millones de euros) del Banco de Desarrollo Chino, BGI adquirió 128 máquinas de secuenciación de ADN de última tecnología a unos 500.000 dólares (unos 383.000 euros) la unidad. Ahora posee 156 secuenciadores de varios fabricantes y produce entre el 10 y el 20 por ciento de los datos de ADN a nivel global. Afirma que por ahora ha hecho la secuencia completa de unos 50.000 genomas humanos, mucho más que cualquier otro grupo.

Solo el tamaño de BGI ya coloca la investigación de genes china en el mapa. Y esa misma economía de escala también podría ser una ventaja ahora que el análisis exhaustivo de genes se convierte en una rutina médica. El coste de la secuenciación del ADN está cayendo rápidamente. Dentro de pocos años es probable que millones de personas quieran saber qué predicen sus genes sobre su salud. Y puede que BGI sea quien se lo cuente.

El instituto no solo ha iniciado una serie de proyectos científicos de altas miras (en enero anunció que había resuelto la secuencia de ADN no de una, sino de 90 variedades de garbanzos). También ha sido pionero al establecer un negocio en el que los contratan para descodificar genomas humanos al por mayor, con solicitudes de las principales empresas farmacéuticas y universidades del mundo. El año pasado BGI empezó incluso a instalar laboratorios satélite en centros de investigación extranjeros, operados por técnicos chinos.

El auge de BGI se observa con curiosidad y algo de inquietud, no solo por el tamaño de la organización, sino también por su enfoque oportunista respecto al negocio (tiene un centro para el clonado de cerdos, hace algo de investigación con células madre, y gestiona un laboratorio de diagnóstico). El instituto emplea a 4.000 personas, la misma cantidad que una universidad de tamaño medio, y solo en su división de bioinformática hay mil personas. Al igual que Zhao, la mayoría son jóvenes -la edad media son 27 años- y algunos duermen en dormitorios de la empresa. El salario medio son 1.500 dólares al mes (unos 1.150 euros).

Hace diez años, el Proyecto del Genoma Humano estaba terminando la primera copia del código genético humano con un coste de 3.000 millones de dólares (unos 2.300 millones de euros). Gracias a una serie de ingeniosas innovaciones, el coste de leer el ADN del genoma de una persona ha bajado desde entonces a unos pocos miles de dólares. Pero eso no ha hecho más que crear nuevos retos: cómo almacenar, analizar y darle sentido a los datos. Según BGI, sus máquinas generan seis terabytes de datos cada día.

Zhang Yong, de 33 años, investigador senior en BGI, predice que en la próxima década el coste de secuenciar un genoma humano caerá hasta los 200 a 300 dólares (unos 155 a 230 euros) y BGI se convertirá en una potencia a la hora de montar un "bioGoogle" global, ayudando a "organizar toda la información biológica del mundo para hacer que sea universalmente accesible y útil.

Las tarifas de BGI son tan baratas como 3.000 dólares (unos 2.300 euros) por secuenciar el ADN de una persona.

Sin embargo, algunos actores externos se preguntan si BGI no es más que la versión en biología de Foxconn, el montador gigante de iPads y otros aparatos diseñados en otros sitios, cuya fábrica más grande, que emplea a unos 240.000 trabajadores también está en Shenszhen. Mientras que BGI ha hecho ciencia de importancia -un artículo reciente sobre la secuenciación de las bacterias en el intestino humano llegó a las páginas de la revista Nature­- se le considera más como un productor al por mayor de datos que como un iniciador de investigaciones originales capaces de explicar lo que significan los resultados.

"BGI ha crecido de manera impresionante", afirma Eric Lander, director del Instituto Broad en Cambridge, Massachusetts (EE.UU.), que opera el mayor centro de secuenciación de ADN académico de Estados Unidos. "Pero creo que la escala absoluta es mucho menos importante que lo que haces con ella".

"Don't worry, be happy"

Wang Jian, de 59 años, es el presidente de BGI y cofundó la empresa con Yang Huanming, de 61, en 1999. Consiguieron convencer a los líderes del Proyecto del Genoma Humano, en ese momento en pleno funcionamiento, de que les dejaran encargarse un 1 por ciento del trabajo, lo que convirtió a China en el único país en vías de desarrollo con un papel relevante en el proyecto. En 2002, BGI llamó la atención al publicar la secuencia completa de la planta del arroz en la revista Science. La investigación en pro del interés nacional ha sido un pilar fundamental de BGI: descodificó el ADN del panda gigante y descubrió la mutación genética que hace que los tibetanos estén tan bien adaptados a la vida a gran altitud. Fuera de las horas de trabajo, a Wang se le conoce por haber escalado el Everest en 2010. ("Es un parque nacional, ¿qué pasa? No es para tanto", afirma).

Una curiosa lógica informal gobierna BGI, lo que la ha convertido en un misterio para los observadores; es muy distinta a las jerárquicas instituciones chinas, donde las credenciales y los contactos pueden ser lo más importante. El director adjunto Xun, de 29 años, que supervisa a los más de mil miembros del grupo bioinformático, afirma que esa es la razón por la que BGI atrae a tanta gente joven con talento. "Aquí consigues participar en un montón de cosas emocionantes", afirma. En 2010 Nature citó el modelo de BGI en un editorial en el que se preguntaba si los científicos realmente necesitan un doctorado. El propio Xu llegó a BGI después de abandonar sus estudios de doctorado. Se le conoce, con admiración como un "cesante", alguien que se ha impacientado con la universidad y está ansioso por tener experiencia en el mundo real.

Las máquinas máquinas de secuenciación de ADN automatizadas reciben distintas muestras de sangre.

En el cubículo de Wang, que está en medio de una larga fila de cubículos azules idénticos con unas ventanas detrás que dan a un solar en construcción, hay una carta firmada por Bill Gates en la que se anuncia una asociación en el campo de la genómica agrícola que BGI y la Fundación Gates firmaron el otoño pasado. "Le encantan las personas que abandonan sus estudios", afirma Wang sobre el presidente de Microsoft. Sonríe y después canta unos acordes de la canción de Bobby McFerrin "Don't worry, be happy," añadiendo "Me encanta esa canción".

BGI se vende como el primer instituto de investigación chino "gestionado por ciudadanos". Gracias a un importante apoyo político por parte de Pekín, se convirtió en parte de la tan cacareada Academia China de Ciencias en 2003. Pero le costó encajar. La academia, muy conservadora, limita el tamaño de sus institutos, pero BGI estaba en pleno proceso de expansión y contratación y además pasaba de las credenciales universitarias. En 2007 el gobierno de Shenzhen ofreció a BGI 12,8 millones de dólares (unos 9,8 millones de euros) para mudarse a la ciudad costera y convertirse en un instituto independiente.

Wang afirma que en la actualidad solo un 10 por ciento de los ingresos de BGI provienen de proyectos gubernamentales y además son en su mayor parte de ayuntamientos, no de Pekín. El resto es una mezcla de subvenciones, algunas donaciones anónimas y las tarifas de los clientes, incluyendo algo tan barato como 3.000 a 4.000 dólares (unos 2.300 a 3.000 euros) por secuenciar un genoma humano.

Y a pesar de que es una organización sin ánimo de lucro, BGI mantiene varios negocios, algo que deja a los occidentales preguntándose por la verdadera naturaleza del instituto chino. Wang dice que no deberían preocuparse. "Nos gusta la ciencia; necesitamos dinero. Unimos las dos cosas", afirma. "Uso la mano izquierda para ganar  dinero y la derecha para hacer investigación básica". En una conferencia sobre biotecnología celebrada recientemente en Shenzhen y copatrocinada por BGI, Wang hizo el discurso de apertura. En una de sus diapositivas se leía: "Ciencia de Primera Categoría = Negocio de Primera Categoría ".

Miles de genomas

En su trabajo científico, BGI a menudo actúa como el ejecutor de las ideas de otros. Es el caso en un proyecto importante concebido por Steve Hsu, vicepresidente de investigación de la Universidad del Estado de Michigan (EE.UU.), para buscar genes que influyen en la inteligencia. Dirigida por Zhao Bowen, BGI está secuenciando el ADN de más de 2.000 personas -la mayoría estadounidenses- que tienen cocientes de inteligencia de al menos 160 o cuatro desviaciones estándar sobre la media.

El ADN proviene principalmente de una colección de muestras de sangre reunidas por Robert Plomin, psicólogo del King's College en Londres (Reino Unido). El plan, comparar el genoma de genios con el de gente de inteligencia normal, es científicamente arriesgado (es probable que haya miles de genes involucrados) y algo polémico. Por esas razones resultaría muy difícil encontrar los 15 o 20 millones de dólares (de 11 a 15 millones de euros) necesarios para llevar a cabo el proyecto en occidente. "Puede que funcione, puede que no", afirma Plomin. "Pero BGI está haciéndolo básicamente gratis".

Para Plomin, BGI es tan grande que parece que tienen tanta capacidad de secuenciación del ADN que no sabe que hacer con ella. Tiene "todas esas máquinas y personas a las que hay que alimentar" de proyectos, afirma. El estudio sobre el cociente de inteligencia no es el único megaproyecto en marcha. Una organización sin ánimo de lucro de Estados Unidos, Autism Speaks, está pagando a BGI para secuenciar el ADN de hasta 10.000 personas de familias con niños autistas. Para unos investigadores daneses, BGI está decodificando los genomas de 3.000 personas obesas y 3.000 personas flacas.

Más allá de la ciencia básica, BGI ha empezado a posicionarse como el motor de lo que se espera sea un boom en el uso médico del análisis del genoma. En 2011, por ejemplo, aceptó instalar un centro de análisis de ADN dentro del Hospital Infantil de Philadelphia (EE.UU.), un hospital pediátrico de primer orden. Llegaron diez expertos en bioinformática desde Shenzhen con visados temporales para crear el centro, que abrió seis meses después con cinco máquinas de secuenciación.

Cuando la tecnología empiece a usarse en la clínica, el número de genomas secuenciados por completo podría dispararse a una cifra de millones al año. Justo para eso se preparan tanto el hospital de Philadelphia como BGI. "Ellos tienen  la experiencia, los instrumentos y la economía de escala", explica Robert Doms, patólogo jefe del hospital infantil. Afirma que pagarán a BGI por cada genoma que secuencie, y ofrecerán el servicio a los padres de pacientes jóvenes con enfermedades sin diagnosticar. El hospital también desarrollará nuevos tipos de pruebas genéticas, un campo en el que los chinos admiten les queda mucho por aprender. Aunque BGI tiene un centro de análisis genético en China, el grado de regulación que se observa en Estados Unidos es una novedad para sus investigadores. "Es un nivel extra de rigor", afirma Doms.

BGI también está demostrando que es ágil buscando oportunidades de negocio. El otoño pasado hizo una puja por sorpresa para adquirir una empresa estadounidense en dificultades, Complete Genomics de Mountain View, California. La empresa tiene una compleja tecnología para secuenciar ADN humano; en 2012 fue responsable de alrededor del 10 por ciento de todos los datos de ADN humano que se generaron a nivel mundial. Pero perdía dinero.

La puja de BGI para adquirir la empresa, por el precio de saldo de 118 millones de dólares (unos 90 millones de euros) ha despertado preocupaciones entre la competencia en Estados Unidos. El principal proveedor de instrumentos para la secuenciación de ADN, Illumina intentó romper el trato con una contraoferta y apeló a Washington para que bloqueara la compra. Dejar que BGI se quedara con la empresa sería el equivalente a vender a China la "fórmula de la Coca-Cola", afirmó el director ejecutivo de Illumina, Jay Flatley. Flatley advirtió de que los chinos, que hasta ahora dependían de maquinaria estadounidense, podrían dominar la tecnología de la próxima generación y que incluso podrían hacer un uso "perverso" de los datos de ADN estadounidense que fluyen por sus servidores informáticos terabyte por terabyte. Los legisladores de Estados Unidos han desestimado las preocupaciones por la seguridad nacional, y la aprobación del acuerdo aún está pendiente.

Los líderes de BGI saben que la resistencia a su expansión es real, pero minimizan las preocupaciones. El chiste que corre por los cubículos es que si BGI de verdad fuera una herramienta de Pekín, tendrían mejores oficinas. Más directamente, Xu, director del equipo de bioinformática, afirma sobre la adquisición: "Es una buena tecnología. La empresa está en quiebra; creemos que es una buena oportunidad para hacer algo".

A Wang, el montañista, se le sigue preguntando con frecuencia que explique la estrategia e intenciones de BGI. Lo explica diciendo que imaginemos a un trabajador inmigrante que vaga buscando trabajo e irritando ocasionalmente a las autoridades. Así es BGI. Pero afirma que su única misión central es hacer trabajo que sea útil socialmente: su estrategia es "hacer el bien".

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