Su nuevo enfoque para calcular el uso del agua asociado a la energía puede redefinir lo que resulta barato y lo que no
Prácticamente todas las plantas energéticas necesitan agua, principalmente para enfriar. De hecho, la generación de electricidad consume alrededor del 40% de todo el agua dulce extraída de reservas, ríos y otras fuentes superficiales en Estados Unidos. La profesora adjunta de ingeniería civil y ambiental de la Universidad del Sur de California (EEUU) Kelly Sanders ha desarrollado nuevos métodos para analizar la compleja relación entre el agua y la energía, y está demostrando cómo ambos recursos pueden ser gestionados de manera más inteligente.
Aunque las plantas energéticas devuelven el agua a su fuente original después de pasar por los sistemas de enfriamiento, ese mete y saca puede afectar al medio ambiente. Muchas más plantas nuevas de carbón y gas natural reutilizan el agua dentro de sus sistemas de enfriamiento para evitar extraer tanta cantidad de agua de reservas y ríos, pero en el proceso pierden más agua a causa de la evaporación. Y eso significa, como ha señalado Sanders, que muchas más plantas nuevas acaban consumiendo más agua en global. Si la fuente del agua se calienta demasiado y ha de enfriarse antes de ser empleada, obligando a la planta energética a reducir la producción, ¿se están calculando mal los costes de la planta?
Sanders ha reenmarcado la forma de medir el uso de el agua y la energía, y por ello cada vez influye más en la definición de políticas y en la planificación. Aconsejó al Congreso de Estados Unidos mientras este órgano consideraba la aprobación de la ley Nexo de Energía y Agua para la Sostenabilidad, que toma pasos iniciales para que el Gobierno federal mida el uso de agua no sólo en galones sino también en unidades de energía. Sanders explica: "Escogemos la energía en base al precio pero, ¿cómo definimos lo que es barato?"
—Ryan Bradley